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domingo, 6 de julio de 2014

· LA ISLA DE LAS SIETE CIUDADES ·

Estatua de filósofo, quizás Plutarco
(Museo arqueológico de Delfos, Grecia)
Según la leyenda, existe una isla fantasma situada en el oceáno Atlántico, al oeste de la península Ibérica, conocida con el nombre de la isla de las Siete Ciudades, o Antilia, su emplazamiento puede basarse en las islas mellizas descritas por el historiador Plutarco (46-127) en su biografía del brillante general y estadista romano Quinto Sertorio (126-73 a.C.), aclamado a veces como "el nuevo Anibal".

Después de haber servido con todos los honores y valor en una serie de campañas, y de servir en Hispania como tribuno militar antes de probar la amargura de los juegos políticos en los que Roma andaba enfrascada por aquel entonces, Sertorio sirvió de procónsul de Hispania. La política romana y sus distintas facciones hicieron mella en él y se implicó en una desastrosa defensa de la provincia contras las fuerzas de Sulla, el hombre que, fueran cuales fuesen las razones que lo motivaban, siempre coartaba sus ambiciones. Cónsul de Roma en dos ocasiones y luego su dictador, Sulla fue un brillante general y político que inició el final de la República romana; más tarde, como no podía ser de otro modo, fue objeto de admiración por parte de Maquiavelo. Sertorio obró acertadamente y se retiró del norte de África, no sin antes asediar la ciudad de Tingis (Tánger) en su campaña de Mauritania, despertando así la profunda admiración del pueblo de Lusitania (Portugal).

Después de una desastrosa e inusual campaña, en el que se vio obligado a lanzar un ataque desde el mar, Sertorio sobrevivió a una violenta tormenta hasta desembarcar en las inmediaciones de la desembocadura del río Baetis (actualmente el río Guadalquivir, que atraviesa Sevilla). Allí conoció a unos marineros que le dijeron que acababan de regresar de las islas gemelas del Atlántico que estaban situadas a unos 2000 kilómetros de la costa africana. Las islas estaban separadas entre sí por un estrecho canal y se las conocía como las islas de los Benditos. En ese lugar apenas llovía, la tierra era fértil y abundaban las frutas delicadas que crecían sin esfuerzo. El clima era moderado, el aire agradable y las brisas suaves. Los marineros se mostraron convencidos de que eran los Campos Elíseos de Homero.

Cansado por la batalla, y después de sobrevivir a un inminente naufrágio y la traición de Roma, Sertorio vivió durante un tiempo obsesionado con esas islas. Pero pronto centró sus prioridades en la necesidad de levantar la moral de sus soldados, y finalmente nunca zarpó hacia las islas de los Benditos.

La isla de las Siete Ciudades está vinculada a las leyendas portuguesas y españolas. Según cuentan, la isla estaba ocupada por el arzobispo de Oporto y seis obispos, junto con un grupo de cristianos devotos, su ganado y otras pertenencias, que había huído de la invasión árabe de la península Ibérica en el siglo VIII. También se cuenta que los refugiados enterraron y quemaron sus embarcaciones para asegurarse de que no volverían a casa y que nadie los identificaría. El arzobispo y cada uno de los obispos fundaron una ciudad y toda la isla se convirtió en un Estado utópico pacífico y disciplinado. Las islas Benditas de los antiguos se habían transformado en la isla de las Siete Ciudades. Muchos de estos lugares legendarios cambiaron de nombre a medida que las leyendas se iban enrevesando o reconstruyendo, y con el paso del tiempo también modificaron su ubicación que siempre eran esquivas y peligrosamente próxima a ese lugar que en los mapas antiguos se conoce simplemente como Terra Incognita.


Mapamundi de Johannes Ruysch de 1507 se basa en el trabajo de Estrabón, aunque incluye los 
descubrimientos de Cristobal Colón y John Cabot en Terranova (y Cuba) conectados a Asia.

Antilia, la siguiente encarnación de la isla (no debe confundirse con las actuales islas de las Antillas), se cita por primera vez en la carta de navegación de Francis Pizzigano de 1367 (se conserva en la Biblioteca Nazionale de Parma), casi siete siglos después del supuesto asentamiento del arzobispo en la isla, aunque mucho antes del viaje de Colón al Nuevo Mundo. En la carta de navegación de Pizzigano, Antilia queda referenciada por una inscripción, pero después, en el transcurso del siglo XV aparence en forma rectangular, de aproximadamente el tamaño de Portugal, extendiéndose unos 320 kilómetros al oeste de las Azores. En la carta de navegación de 1435 obra del cartógrafo italiano Battista Beccario, Antilia aparece en compañía de unas misteriosas islas llamadas Saranaxio (San Antagio), Royllo y Tanmar, con la inscripción insulae de novo repertae, es decir "islas recién descubiertas". Algunos afirman que el nombre de Antilia significa "isla de los dragones de mar" y que se deriva de los bocablos árabes jezirat al-lim, o al-tennyn ("la isla del dragón"). Pero lo más probable es que se derive de la expresión portuguesa ante ilba, "la isla más cercana".


Carta de Navegación de Pizzigano
(Biblioteca Nazionale de Parma)

Sin duda alguna, la creencia en la isla de las Siete Ciudades, sea cual sea su nombre, se mantuvo muy arraigada durante el siglo XV. En 1414 la tripulación de un buque español dijo haber avistado la legendaria isla, una carta de navegación veneciana la incluyó en 1420, y los miembros de la tripulación de una nave portuguesa aseguraron haber desembracado en ella, en la década de 1430. Un enviado español a Inglaterra, Pedro de Ayala, escribió al rey Fernando y a la reina Isabel en 1498 diciéndoles que, durante los últimos siete años, los habitantes de Bristol habían estado aprovisionando a dos, tres o cuatro caravelas al año para la búsqueda de las islas de Brasil o Hy-Brasil, y las Siete Ciudades. Posteriormente algunos portugueses consideraron que la isla de las Siete Ciudades correspondían a San Miguel, la isla más grande del archipiélago de las Azores, conocida también como la isla Verde. Era una importante productora de trigo, vino, fruta y quesos, y tenía algunas de las cualidades paradisíacas de la legendaria isla.


Cristobal Colón desembarcando en La Española el 5 de diciembre de 1492,
de De insulis nuper in mari Indico repertis, inventis epistola, grabado en madera,
 en Carlo Verardi, Historia baetica, Basilea, 1494.

Las leyendas tienden a mutar para que encajen en su época y en las motivaciones de quienes las escuchan. Antilia avanzó hacia el oeste desde su posición mesoatlántica, y antes de desaparecer de los mapas del océano Atlántico dio su nombre a un grupo de islas del Caribe. Desde el océano, la misteriosa Antilia cruzó todo el continente norteamericano, volviendo a una versión de su antiguo nombre y convirtiéndose en las Siete Ciudades del Oro ubicada en lo que la actualidad sería Nuevo México. En esta nueva versión, el arzobispo y sus compañeros que escaparon de los árabes hallaron el modo de llegar a América, donde fundaron las ciudades de Cíbola y Quivera, dos ciudades de riquezas inconcebibles repletas de oro y joyas. En muy poco tiempo, y debido a la transmisión oral del relato, las dos urbes se transformaron en siete ciudades de oro, una para cada uno de los obispos. La historia cobró un nuevo impulso a raíz del regreso a Nueva España (México) de los supervivientes de un naufragio de una gran expedición comandada por Pánfilo de Narvaez a Florida en 1528. En su regreso a Sinaloa por la costa oeste de México, describieron sus encuentros con las poblaciones autóctonas, quienes les hablaron de las ciudades de grandes riquezas.

Los reflejos del oro ejercieron su habitual poder y sedujeron a los Conquistadores para viajar hasta el norte de México a través de la ruta yerma de la Jornada del Muerto, que se extiende a unos 160 kilómetros desde México hasta la región norte de Nuevo México a través del desierto y un extenso y antiguo terreno de lava. La ruta está flanqueada por el este por las montañas Oscura y San Andreas y por el oeste por la cordillera de Fray Cristobal y las montañas Caballo. Lejos de encontrar las Siete Ciudades de Cíbola, dieron con los pueblos de los apacibles agricultores de Pueblo, y en vez de ciudades de oro, se encontraron con la bella arquitectura de adobe de la región.
 LAS SIETE CIUDADES DE CÍBOLA
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 COLÓN Y ANTILIAPincha sobre este cuadro para direccionarte al tema "COLÓN Y ANTILIA".

Fuente: ATLAS DE TIERRAS LEGENDARIAS (Reinos fantásticos, islas fantasmas, continentes perdidos y otros mundos míticos) - Judith A. Mcleod.

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