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martes, 29 de julio de 2014

· PIERCING ·

HISTORIA DEL ANILLADO CORPORAL




El piercing no solo es una cuestión de moda, se trata de una manera de expresión tan ancestral como la cultura. Por diversos motivos, se lo considera un arte antiguo y venerable que en las últimas décadas parece haber emergido de nuevo.Ya en la Roma de los centuriones, los miembros de la guardia del César llevaban aros en los pezones como muestra de su virilidad y coraje, así como un accesorio de sus vestimentas ya que les permitían colgar en ellos las cortas capas que usaban. Esta práctica también fue bastante común entre las jóvenes de la alta sociedad de la era victoriana, que los colocaban para realzar el volumen de sus mamas.

En occidente, durante casi todo el siglo XX, quedó reducido a la simple perforación de los lóbulos de las orejas para colocar pendientes. Pero en la última década se ha difundido, sobre todo, entre los jóvenes hasta el punto de ser tan común encontrar a una persona con un pendiente en la oreja, como en otras zonas (ombligo, cejas, labios, lengua...). ¿El motivo? Quizás se deba simplemente al hecho de decorarse el cuerpo o identificarse dentro de un grupo social. Resulta imposible establecer el momento exacto en que apareció el anillado corporal o piercing en la historia de la humanidad, aunque lo cierto es que su origen es casi tan antiguo como la misma piel.


Tribu de Papua Nueva Guinea

En Egipto, el ombligo anillado era un signo de la realeza y estaba prohibido para todos aquellos que no fuesen nobles. En aquellos tiempos, los ombligos muy profundos eran apreciados. También es sabido que en la India muchas mujeres han sido anilladas en la nariz desde muy pequeñas. Esta tradición la suelen llevar a cabo las abuelas, que deberán anillar a sus nietas antes de que se casen. Se piensa que inicialmente se hacía como signo de sumisión y devoción de la mujer hacia su marido. Este piercing se realiza se realiza en un lado u otro de la nariz, dependiendo de la etnia a la que pertenezcan la mujer y su familia. Cuando el pendiente se coloca en el espacio entre las dos fosas nasales, recibe el nombre de Septum. Grupos étnicos de distintas partes del mundo lo han utilizado y muchos de ellos los siguen practicando hoy en día, como en Papua Nueva Guinea, Polinesia, África e India. Su colocación en un principio era defensiva, ya que daba un aspecto más agresivo a su portador, aunque sus fines actualmente son también estéticos, y permiten a los distintos grupos triviales diferenciarse entre ellos, conocer el estatus social de quien lo lleva, etc.




En unos jeroglíficos mayas que datan del año 709 a.C, aparece el "Jaguar Protector" (cinco días después de haber asumido el título de Señor de la sangre de Yaxchilan), en ellos se ve el "rito de la sangre", practicado por su esposa Lady Xoc, la cual, está arrodillada ante él y tirando de una cuerda a la que le ha insertado espinas a través de su lengua. Quizás este rito tan antigüo tiene que ver con los orígenes del piercing en esa zona, tal y como lo conocemos. Todavía hoy, entre algunos grupos étnicos de Brasil, existe la costumbre de hacer una pequeña incisión bajo el labio que, progresivamente se irá agrandando hasta alcanzar el tamaño deseado. También suelen realizarse este tipo de agrandamientos en los lóbulos de las orejas.


En muchas tribus de África (poblados de Suya, Sara, Lobi, Kirdi, Masai), es muy común esta práctica y existe la tradición de que las jóvenes solteras comiencen a agrandar su labio en el momento en que se prometen. Este proceso dura todo el noviazgo, hasta el momento de la boda. Es la novia quien fabrica una especie de plato de barro (cocido), que progresivamente lo irá sustituyendo por otro de mayor tamaño. Dependiendo del tamaño que alcance el orificio, variará la dote que se entregue a la familia.





Desde la época de la Inquisición y concretamente, Concilio de Trento, algunas comunidades religiosas (la Orden de los Carmelitos de la Santa Faz) han usado el anillo genital como método de castidad y expiación de culpa. 
Los marinos y piratas acostumbraban a ponerse un aro en la oreja cada vez que cruzaban el Ecuador. Los caballeros cruzados trajeron consigo grandes pendientes de piedras preciosas de la corte de Saladino. Los turcos influyeron en la estética de sus atacantes, con sus grandes aros colgando de sus lóbulos. En el siglo XVII creían que ponerse una tira de metal en la oreja tenía propiedades terapéuticas, también pensaban que si lo llevaban en el lado izquierdo el demonio no entraría en sus cuerpos.




Podríamos continuar con referencias históricas del anillado corporal, aunque lo que debemos resaltar es el creciente interés por su practica durante las últimas décadas y por las tan visuales (algunas veces chocantes) prácticas de modificación corporal primitivas como lo son: el piercing, los tatuajes, cutting y las rastas.


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