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jueves, 7 de agosto de 2014

· IDIOSINCRASIA ANDALUZA ·

FOLKLORE ANDALUZ


La primordial herencia cultural de nuestra civilización está constituida por la singularidad de los pueblos de nuestro planeta, cada uno con su particular manera de entender la vida. Toda una amalgama de costumbres, tradiciones y creencias que cada comunidad ha conservado en la transmisión de generación en generación con el objetivo de adaptarse a su entorno y responder a las necesidades humanas de subsistencia.

Los pueblos diseminados a lo largo de las distintas áreas geográficas continentales (Europa, África, Asia, Oceanía, América y Ártico), reflejan la fabulosa diversidad cultural del mundo y, a la vez, el nexo común entre las distintas etnias. Para comprender su singularidad y sus formas de vida, hay que recorrer su historia desde sus orígenes a la actualidad, así como el intrincado rompecabezas de su organización social, distribución geográfica, lengua, creencias, vestimenta, ornamentos,etc.

Asimismo es importante destacar que los pueblos son elementos vivos y, como todas las sociedades, están en constante evolución con el fin de superar los nuevos retos que el tiempo les plantea, a diferencia de la visión habitual de las comunidades étnicas arcaicas y encerradas en sí mismas y en el pasado. La cultura de cada pueblo es fruto de la confluencia y asimilación de otras a lo largo del tiempo.

Ninguna obra acerca del planeta podría considerarse completa si no describiera a las personas que lo habitan, se relacionan con el medio, fundan sociedades e intentan explicar su existencia. Y ese ha sido el objetivo de los Pueblos de la Tierra.




Los vándalos, pueblo germano asentado en las orillas del Báltico, invadieron el sur de la península Ibérica en las primeras décadas del siglo V d.C. debido a la presión de los hunos, a su vez procedentes del Asia central-oriental. De estos conquistadores bárbaros quedó en poco tiempo solo el nombre, que permanece en la actual denominación geográfica, Andalucía. Sin embargo, la ocupación árabe-musulmana posterior fue mucho más larga (duró más de siete siglos), y dejó una profunda herencia étnica y cultural entre la población andaluza; a esta se añadió luego el componente hispano-cristiano de la reconquista cristiana que, partiendo del norte de la península, expulsó en el siglo XV a los musulmanes.



 El imprescindible traje de flamenca,
 derivado de los vestidos populares del siglo XIX
 (que eran mucho más simples),
 ha experimentado una compleja evolución,
 según las modas y el desarrollo económico.
Andalucía es conocida como la tierra de los toros y del flamenco. El contacto entre la población local y grupos de inmigrantes gitanos (rom), que se establecieron en la zona en el siglo XV, está en el origen del arte musical flamenco, nacido de la reelaboración gitana de las canciones populares andaluzas. Otro elemento que caracteriza la cultura andaluza es el ambiente festivo de numerosas celebraciones tradicionales (ferias, fiestas patronales, procesiones religiosas, peregrinaciones), que se celebran en toda la religión y que implican a toda la comunidad. En efecto, como ocurre en toda Europa, las fiestas tradicionales, nacidas en el ámbito rural y ligadas a un pasado agrícola y ganadero, se han transmitido hasta nuestros días, acabando también por implicar a amplios sectores urbanos de las grandes ciudades como Sevilla, Granada y Córdoba. Y aquí es donde encontramos los trazos culturales característicos del pueblo andaluz, incluido el gusto por invitar, la hospitalidad, la diversión a través del canto y el baile, la exhibición de trajes tradicionales y el paseo a caballo.



 La Feria de Abril tiene una referencia histórica notable: se remonta a las ferias agrícolas medievales y, en particular, a un edicto de Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII


A pesar de lo aparatoso que parece, 
el vestido tradicional femenino ha sido concebido
 para adaptarse tanto al baile como a las exigencias ecuestres.
Un momento  festivo por excelencia es el de las ferias, que en su origen eran mercados anuales de ganado que se celebraban desde tiempos inmemoriables en toda España. Con el transcurso de los siglos, el carácter festivo ha acabado por prevalecer sobre el comercial, que aún preside la organización de algunas ferias regionales. En líneas generales, para estas celebraciones se suele habilitar un espacio al efecto con todos y carpas, en las afueras de la ciudad, donde diferentes grupos de personas (cofradías, grupos de flamenco, entidades u otros similares) se asocian para constituir las casetas, espacios cerrados de encuentro en el interior del recinto ferial, en los cuales se acoge a los huéspedes invitados ofreciéndoles diversión musical, comida y bebida.



Las casetas, montadas por particulares, asociaciones u otras entidades.

En las calles que se forman entre las casetas, desfilan, como en una postal del pasado, las damas y los jinetes a caballo, con los trajes tradicionales. El folclore andaluz se manifiesta también con ocasión de ls celebraciones religiosas y de numerosas peregrinaciones (romerías) dedicadas a la Vírgen, probable evolución de las fiestas agrícolas paganas, cristianizadas luego por la Iglesia. La más importante de estas es la espectacular romería del Rocío, que se celebra cada año durante la semana de Pentecostés, y en la que caravanas de peregrinos vestidos con los trajes tradicionales y procedentes de distintos lugares de Andalucía parten a pie, a caballo o del Rocío, en la provincia de Huelva, lugar en donde se guarda la imagen de la Vírgen.


Una gran muchedumbre, que ronda el millón de personas, asiste a los festejos. Junto a las celebraciones de culto tienen lugar también, en el camino polvoriento del Rocío o en las casetas, fiestas marcadas por el canto y el baile de las sevillanas. La celebración culmina cuando la imagen de la Vírgen es sacada a hombros de la ermita para hacerla desfilar en procesión por el pueblo, para que bendiga a todos los peregrinos.


 Entre la nube de polvo avanza una procesión que parecería increíble, anacrónica en cualquier otra parte del mundo, pero no en Andalucía. Algunos peregrinos caminan durante días y en condiciones de relativa incomodidad, a menudo con los pies descalzos.


La religiosidad andaluza se expresa, por tanto, también a través de los rituales festivos, como sucede en las celebraciones de Semana Santa, que comprenden los actos de culto dedicados a la pasión y muerte de Jesús, antes de la resurrección de la Pascua, y que son protagonizados por cofradías religiosas de toda Andalucía. En una especie de representación del  Vía Crucis que data de la época barroca, los miembros de las cofradías desfilan encapuchados por calles y plazas, llevando a hombros los pasos con las imágenes religiosas. En Sevilla, los actos oficiales se concentran entre la tarde del jueves y el Viernes Santo, cuando el desfile público de los pasos tiene lugar entre conmovedoras aclamaciones y aplausos, actos a los que se acude entre tapas y bebidas en los numerosos bares de la ciudad, abiertos toda la noche. La mezcla entre lo sagrado y lo profano, en Andalucía, tiene un profundo arraigo.


   Delante de la fachada blanca de la ermita del Rocío se concentra una multitud de peregrinos
    con ocasión de la romería más conocida y multitudinaria de España, una celebración grandiosa
    que parece pertenecer a otros tiempos. 
 
Fuente: El Planeta Vivo, Editorial Planeta S.A., 2008. Título original: Popoli del Mondo.

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