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domingo, 14 de septiembre de 2014

· DINOSAURIOS ·

GIGANTES DEL MUNDO PREHISTÓRICO

Aunque se extinguieron hace millones de años, los dinosaurios siguen apasionando a los científicos. Los avances que se están realizando son mayores que nunca, alimentados por asombrosos hallazgos recientes, como el de un dinosaurio incubando sus huevos en un nido. Los paleontólogos no dejan piedra sin levantar ni rincón del mundo sin explorar en su búsqueda de nuevos dinosaurios. Algunas de sus expediciones recientes los han llevado a los lugares más inhóspitos del planeta, como Alaska y los desiertos del Sáhara y de Gobi. En este último, el yacimiento de Ukhaa Tolgod ha proporcionado numerosísimos restos de dinosaurios que murieron y quedaron sepultados por violentas tormentas de arena hace millones de años. La tecnología moderna proporciona una gran ayuda al paleontólogo. Hoy los científicos pueden emplear potentes microscopios electrónicos para desvelar los más mínimos detalles de los restos, y taladradoras de alta potencia e incluso explosivos para levantar las duras capas de roca que esconden los fósiles. Todo ello ha permitido ampliar enormemente nuestro conocimiento sobre estos fascinantes animales, que desaparecieron hace unos 65 millones de años.


Estos animales dominaron la tierra en los períodos Jurásico y Cretácico de la era secundaria (era geológica que abarca desde hace 245 hasta hace 65 millones de años, dividida en los períodos Triásico, Jurásico y Cretácico. También se llama era Mesozoica o de los "animales intermedios", en referencia a los reptiles, que eran los animales dominantes). Su mundo era muy diferente del nuestro. Las tierras emergidas ocupaban posiciones distintas de las actuales, y formaban supercontinentes como Gondwana (gran continente del hemisferio sur que existía al principio de la época de los dinosaurios. Al fragmentarse dio origen a Suramérica, África, India, la Antártida y Australia) y Laurasia (gran contiente del hemisferio norte en el Triásico que, en el Jurásico superior, fue cubierto en gran parte por el mar, y se dividió en pequeños continentes e islas. La parte oocidental daría lugar a Norteamérica; la oriental, a Asia, y un gran archipiélago central, se convertiría, tras otro descenso del mar, en Europa). Durante mucho tiempo, los continentes estuvieron unidos, y los animales podían desplazarse de uno a otro. Al principio del Jurásico, y de nuevo en el Cretácico, subió el nivel del mar, fragmentando los continentes y aislando a sus habitantes.

El clima en la era secundaria era mucho más cálido y húmedo que en la actualidad. Casi toda la tierra estaba cubierta por una densa vegetación. A nivel del suelo crecían helechos y, en las zonas pantanosas, equisetos, o colas de caballo. Los bosques y selvas estaban dominados por plantas gimnospermas (plantas cuyas semillas no están encerradas en un fruto, sino pegadas a hojas especiales -carpelos- agrupadas en piñas), las más comunes actualmente son las coníferas (pino, abeto, ciprés, etc), pero en la era secundaria abundaban otros grupos hoy desaparecidos o con escasos representantes, como las ginkgoales y las cicadales (falsas palmeras).


Los dinosaurios compartían las llanuras, selvas y marismas con muchos otros grupos de animales. En el cielo volaban aves primitivas y pterosaurios (lagartos alados), conocidos como los "dragones del aire", la mayoría de estas criaturas con alas grandes y membranosas y el cuerpo cubierto de pelo se alimentaba de peces o de insectos cazados al vuelo. Los primeros pterosaurios tenían el tamaño de un cuervo, pero más tarde aparecieron especies con envergaduras de hasta 12 metros. Mientras, en el suelo correteaban lagartos. En los ríos, lagos y pantanos vivían tortugas, ranas y cocodrilos, mientras que los primeros mamíferos se escondían entre la vegetación. Los primeros mamíferos evolucionaron a partir de un grupo de reptiles muy anterior a los dinosaurios. Estos mamíferos, como el Megazostrodon, eran peludos y, por lo general, no mayores que un hámster. Para evitar a los depreradores, desarrollaban su actividad por la noche. Gracias a su vista aguda y su olfato muy desarrollado, cazaban insectos, caracoles, babosas y otros animalillos. Los mares también estaban poblados por reptiles. Los ictiosaurios ("lagartos peces") eran similares en tamaño y forma a los delfines, y es probable que se alimentaran de peces y calamares. Los plesiosaurios ("próximos lagartos") eran superdepreradores  con grandes mandíbulas e hileras de dientes fuertes y afilados. Medían hasta 12m de longitud y tenían una cabeza pequeña en el extremo de un cuello largo y flexible.

BIOLOGÍA Y ADN EN LOS FÓSILES 

Normalmente solo se fosilizan las partes más duras de los seres vivos, como los huesos y dientes. Los tejidos blandos, como los órganos internos, los músculos y la piel, se descomponen rápidamente o son devorados por los carroñeros y depreradores. Pero algunos dinosaurios murieron y quedaron enterrados enseguida, bien por caer entre sedimentos tóxicos en el fondo de los lagos, bien por la acción de grandes tormentas de arena. Esto ha permitido que parte de sus tejidos blandos se conservaran y fosilizaran. Nos han llegado, sobre todo, piel, por ser más dura, y también restos de músculos. Incluso algunos científicos aseguran haber encontrado fragmentos de ADN de dinosaurios. Un equipo de científicos americanos aseguró haber extraído ADN de huesos, mientras que unos investigadores chinos afirman haberlo recuperado a partir de un huevo de dinosaurio. Más tarde, se ha demostrado que este ADN es moderno, y que probablemente procede de la contaminación de las muestras cuando fueron manipuladas.


Los fósiles mejor conservados que existen son de criaturas atrapadas en ámbar (resina fósil de coníferas), que conserva con todo detalle huesos y tejidos blandos. No se han hallado dinosaurios en ámbar, pero sí lagartos, mamíferos e insectos. Muchos tejidos blandos dejan huellas en los huesos; esto permite a los paleontólogos reconstruir la forma del cerebro, los músculos o el tubo digestivo. Las protuberancias de los huesos de las extremidades nos revelan datos sobre el tamaño y la posición de los músculos. El interior del cráneo es un "molde" que permite conocer la forma del cerebro, y el tamaño y forma de las costillas muestran el volumen de las vísceras. Los restos de tejido blando que cubrían la cabeza del Pelecanimimus conocido como "imitador de pelícano", un ornitomímido (significa "imitadores de aves". Estos dinosaurios, tal vez los más veloces, recordarían el aspecto de una avestruz, con delgadas extremidades anteriores en vez de alas y una larga cola. No son, sin embargo, antecesores de las aves actuales) poco común hallado en España, indican que este pequeño dinosaurio tenía una ligera cresta detrás de su cabeza, y una bolsa en la zona de la garganta. Tal vez el Pelecanimimus pescaba peces con su pico armado de unos 200 dientecillos afilados, y los guardaba en la bolsa de la garganta, como hacen los pelícanos actuales.

Si se encuentra un esqueleto completo o, al menos, la mayor parte de él, los paleontólogos pueden deducir el aspecto y los hábitos de un dinosaurio con bastante precisión. Tras reconstruir los músculos sobre el esqueleto, se procede a recubrirlos con piel. Los restos fósiles de piel encontrados solo permiten conocer la textura que tenía, no su color. Para hacerse una idea del color, los científicos se fijan en animales vivos actuales que tienen un modo de vida semejante al de los dinosaurios del pasado. Se han encontrado huellas de una piel escamosa, muy similar a la de los reptiles actuales, en los fósiles de los hadrosáuridos ( dinosaurios hervívoros y bípedos, con hocico en forma de pico de pato y, en muchos casos, una cresta ósea sobre la cabeza. esta cresta, hueca, posiblemente sirviera para amplificar "cantos" de reclamo o de alerta. Entre ellos están el Edmotosaurus y el Maiasaura) que murieron en un ambiente semidesértico y quedaron momificados. Los anquilosáuridos (dinosaurios cuadrúpedos y hervívoros) poseían una gruesa piel acorazada con grandes espinas y, a veces, una cola terminada en maza. Entre ellos se encuentran el Ankylosaurus y el Euoplocephalus.

Los científicos llevan más de 150 años discutiendo sobre la biología de los dinosaurios. ¿Eran de sangre fría o caliente? ¿Qué y cómo comían? ¿Su crecimiento era rápido o lento?... En la década de los 90, nuevos fósiles y estudios más minuciosos de antiguos hallazgos han permitido resolver algunas de estas dudas. La estructura de las fosas nasales, detalles de sus huesos, el modo de sostenerse de pie y su distribución muestran que no eran de sangre fría ni caliente, sino algo intermedio, y que poseían un tipo peculiar de estructura corporal. Los animales de sangre caliente, como los mamíferos, respiran relativamente deprisa para renovar el aire de sus pulmones. Para no perder agua al respirar, sus fosas nasales tienen una estructura especial que retiene la humedad. Los científicos han estudiado la cavidad nasal de dinosaurios como el Ceratosaurus en busca de estas "trampas de agua". Como ninguno las tiene, se cree que los dinosaurios no eran de sangre caliente.

Corte de un hueso de dinosaurio visto al microscopio.

El microscopio permite observar detalles mínimos en una sección fina de huesos de dinosaurio. La paleontóloga surafricana Anusuya Chinsamy ha descubierto recientemente que muchos huesos de dinosaurio tienen anillos de crecimiento y se ha basado en ello para calcular cuánto crecen al año. Sus investigaciones le han revelado que el terópodo ("Pie de mamífero", es un amplio grupo de carnívoros bípedos que incluye varias familias de dinosaurios, entre ellas los tiranosáuridos, los dromeosáuridos -como los raptores- y las primeras aves) Syntarsus tardaba 7 años en pesar 20 kg, y el saurópodo ("piel de reptil", los mayores entre los dinosaurios eran hervívoros cuadrúpedos que vivían en regiones pantanosas. Entre ellos están el Seismosaurus y el Diplodocus) Massospondylus empleaba 15 años en alcanzar 250 kg, un crecimiento mucho más lento que el de mamíferos actuales del mismo tamaño. Los científicos ignoraban hasta hace poco cómo podían los saurópodos obtener el alimento necesario para sustentarse. Nuevos estudios han mostrado que algunos, como el Diplodocus, podían deshojar ramas enteras en segundos, peinándolas con su dentadura en forma de rastrillo. Esto se deduce de las marcas en la superficie de sus dientes. Aunque los coprolitos (excrementos fosilizados) de dinosaurio se conocen desde hace tiempo, su estudio es muy reciente. La científica karen Chin, tras un estudio detallado de coprolitos, ha encontrado que los del hadrosáurido Maiasaura ("lagarto maternal") contienen fragmentos de ramas de coníferas y túneles hechos por escarabajos peloteros. Esto demostraría que dichos escarabajos existen desde hace 80 millones de años.
Anusuya Chinsamy

Cuando se desenterró el esqueleto de un terópodo Velociraptor ("ladrón veloz") junto al de un Protoceraptops ("primero -de los lagartos- con cuernos en la cara") se creyó que se había hallado un fósil excepcional: un deprerador conservado en el acto de cazar a su presa. Más tarde, los paleontólogos pensaron que los esqueletos habían quedado enterrados juntos por accidente. Pero un nuevo estudio de los restos ha demostrado que ambos estaban luchando cuando una tormenta de arena los sepultó.


HUELLAS DE DINOSAURIO

 

"Autopista de los dinosaurios".

 En los últimos años, ha resurgido el interés por las pisadas de los dinosaurios, pues estas nos proporcionan la única evidencia directa de cómo vivían. De ellas podemos deducir cómo de mantenían erguidos, cómo se movían, a qué velocidad se desplazaban y si vivían solos o en manada. Muchas huellas nos demuestran que ciertos dinosaurios, como los saurópodos y los ornitosaurios (hervívoros bípedos), vivían en manada. Muchos rastros en la misma dirección, distribuidos regularmente y que cambian de rumbo en el mismo punto, indican que pertenecen a un grupo y no al paso de animales solitarios durante un largo período. Paleontólogos norteamericanos han encontrado numerosísimas huellas en los sedimentos de una llanura costera con una antigüedad de unos cien millones de años. Las huellas corren de norte a sur a lo largo de unos 65 km. Este lugar, llamado la "autopista de los dinosaurios", podría haber sido una ruta en su migración.

Martin Lockley
Martin Lockley, un paleontólogo británico que vive y trabaja en Colorado, EE.UU, ha descubierto importantes huellas de dinosaurio y ha escrito numerosos artículos y libros sobre ellas. A él se debe gran parte del interés que la paleoicnología (estudio de las huellas fósiles) ha despertado recientemente. A lo largo de toda su carrera, Lockley ha descrito muchos hallazgos nuevos, entre ellos, pisadas de Tyrannosaurus, rastros de pterosaurios y, citada anteriormente, la "autopista de los dinosaurios".A finales de los años 70 se inició una polémica sobre cómo se desplazaban los pterosaurios en el suelo. A principios de los 90, el hallazgo de huellas bien conservadas en EE.UU y en Francia demostró que estos animales parecidos a murciélagos tenían los pies planos y caminaban a cuatro patas. Las huellas han revelado aspectos peculiares de la conducta de estos animales. En un caso, falta un dedo del pie izquierdo de un terópodo. Las huellas indican que el dinosaurio caminaba con cierta cojera, como demuestran los pasos cortos y desiguales.

Muchas criaturas vivían en constante peligro en tiempos de los dinosaurios. Aunque no las cazaran y devoraran, podían aplastarlas: esto es lo que le sucedió a un grupo de almejas, pisoteadas por un saurópodo que chapoteaba en una laguna en Colorado hace 150 millones de años. Los paleontólogos han discutido largamente si las patas anteriores de los ceratópsidos (dinosaurios cuadrúpedos y herbívoros con cuernos y escudos en el cráneo) como los Triceratops eran verticales o inclinadas hacia los lados, como las de los lagartos. Las huellas de Triceratops descubiertas en Denver, Colorado, prueban que los ceratópsidos caminaban con las patas rectas.


DINOSAURIOS POLARES

En los últimos diez años se han recogido restos de dinosaurio en Alaska, y se han descubierto nuevos fósiles en Nueva Zelanda, Australia y la Antártida. Estos hallazgos muestran que los dinosaurios vivían a menudo cerca de las regiones polares e, incluso, dentro de ellas. Esto nos resulta sorprendente, pues los reptiles actuales solo pueden vivir en las regiones templadas y cálidas de la Tierra. ¿Cómo lograron ellos sobrevivir en unas condiciones tan duras para los animales actuales?. En la época de los dinosaurios, el tiempo era más cálido. Nuevos estudios de plantas fósiles revelan que la temperatura media en los polos podría ser de 8 ºC, y que los períodos glaciales, si es que tuvieron lugar, fueron cortos. Sin embargo, sí había otro problema: la falta de luz durante los inviernos polares, durante los cuales los dinosaurios tendrían que soportar hasta seis meses en la oscuridad. El Leaellynasaura, un hipsilofodóntido hallado en la cala australiana de los Dinosaurios (hallada en 1983), tenía grandes ojos y un cerebro bastante desarrollado. Con su aguda visión, este ágil herbívoro bípedo habría sido capaz de permanecer activo en la oscuridad o en la penumbra de las largas noches polares.

Leaellynasaura.

A principios de los años 90, un equipo de geólogos americanos encontró los restos de más de tres dinosaurios en la cordillera Transantártica Central, cerca del polo sur. El más importante es el Cryolophosaurus, un terópodo muy peculiar de 8m de largo, con pequeños cuernos sobre los ojos y una extraña cresta en lo alto de la cabeza. Es posible que los dinosaurios de estas regiones hibernasen. La disminución de sus funciones y el descenso de temperatura de su cuerpo, cercano al punto de congelación, les permitiría sobrevivir a largos períodos de frío y oscuridad. Tal vez los dinosaurios evitaron los largos períodos de oscuridad migrando con el sol, viajando hacia los polos en primavera, y alejándose de ellos en otoño. Grandes dinosaurios herbívoros, como el Edmontosaurus, un hadrosáurido que vivía en Alaska durante el Cretácico superior, podría haber sido capaz de migrar hasta 2.000 km.

NIDOS

Los paleontólogos saben desde hace tiempo que los dinosaurios ponían sus huevos en nidos. Sin embargo, creían que los abandonaban y que los pequeños, al nacer, se valían por sí mismos, al igual que otros reptiles. El hallazgo en 1993 de un esqueleto de Oviraptor en el desierto de Gobi con las patas traseras dobladas bajo el cuerpo y las delanteras a sus costados, enterrado por una tormenta de arena mientras estaba sentado sobre 22 huevos, demostró que algunos dinosaurios incubaban sus huevos. Los primeros territorios de nidificación de dinosaurios, con numerosos nidos próximos entre sí y, según parece, usados año tras año, se descubrieron en los años 80. 

Nuevos hallazgos en Mongolia muestran que, con frecuencia, distintas especies anidaban juntas. En la india se han hallado una zona de nidificación de dinosaurios con huevos fosilizados de titanosáuridos (grandes saurópodos) que podría tener una extensión de 960 km. Recientemente, se han hallado grandes cantidades de huevos en rocas cretácicas de China central. Entre ellos están los huevos más grandes hallados nunca y huevos de tericinosáurido con embriones completos y bien conservados en diferentes etapas de su desarrollo. Es muy poco común que los embriones se conserven intactos.

La puesta de un dinosaurio podía tener distintas formas: en la mayoría, los huevos formaban un círculo, pero también se disponían en hileras, bien rectas o bien formando arcos. Los embriones son rarísimos, pero algunos, como el perteneciente a un Oviraptor encontrado en Mongolia, están aún en el huevo. Esto, además de revelar el aspecto del embrión, nos permite saber qué especie de dinosaurio puso el huevo. Estos animales quizás tenían, como las aves actuales, un diamante, o diente especial del pico para romper el cascarón del huevo, tras lo cual este diente caía. También es posible que los padres ayudasen a las crías a salir del huevo o que los huevos no tuvieran una cáscara dura sino una cubierta correosa fácil de romper, como los huevos de tortuga.
Embrión de Oviraptor encontrado en Mongolia.
Paleontólogos rusos han descubierto pequeños y frágiles huesos de pterosaurio en los sedimentos arenosos dejados hace 80 millones de años en la desembocadura de un río, en Asia central. Los bebés, que debían de estar esperando a sus padres, probablemente cayeron de sus nidos construidos en los plataneros que crecían en las orillas del río.






TEORÍAS SOBRE LA EXTINCIÓN


 

La muerte es inevitable para cualquier individuo, y constantemente desaparecen especies. Esto se conoce como extinción de fondo. Pero a veces se extinguen grupos enteros de especies. El paso de la era Secundaria a la Terciaria (era geológica que abarca desde hace 65 hasta hace 1,8 millones de años. Se conoce también como era Cenozoica o de los "animales recientes", en alusión a los mamíferos, que alcanzaron un gran desarrollo en esta época) está marcado por la extinción en masa de los dinosaurios y muchos otros tipos de animales y plantas. Aunque perjudica a ciertos grupos, la extinción en masa suele ser ventajosa para otros. Así, especies cuya presencia estaba limitada por la competencia o los depredadores pueden conquistar los hábitats desocupados. Existen muchas teorías sobre las causas de las extinciones en masa: el impacto de un meteorito, cambios en el clima, actividad volcánica o la competencia de nuevas especies.


Se sabe que las extinciones en masa, como la del final del Cretácico, coincidieron con gigantescas erupciones volcánicas. Dichas erupciones podrían haber causado lluvia ácida a escala planetaria, un breve período glacial y luego un brusco ascenso de temperatura por el efecto invernadero. Todo ello podría haber matado a los dinosaurios. Junto con los ellos se extinguieron muchos otros grupos de animales, entre ellos los pterosaurios, algunos reptiles marinos como los plesiosaurios y mosasaurios, otros seres marinos, como los amonites (moluscos cefalópodos, como los pulpos y calamares, con una concha externa arrollada en espiral, como el actual Nautilus. Muy comunes en la era secundaria.), y ciertas especies de plantas.


El impacto de un gran meteorito podría haber causado una catástrofe global capaz de extinguir a los dinosaurios. Pero tendría que haber causado un cráter. Cerca de Chixulub (la "cola del diablo"), en México, se ha detectado bajo tierra una estructura en forma de cuenco de más de 180 km de ancho, que se formó hace 65 millones de años, justo cuando desaparecieron estos animales. Los impactos de los meteoritos son comunes: restos de roca del espacio golpean la Tierra constantemente. Pero los grandes impactos son raros. El cráter Meteoro, en Arizona (EE.UU), fue causado por un meteorito que cayó hace solamente 50.000 años. Probablemente, una extinción en masa al final del Triásico permitiera a los dinosaurios alcanzar su enorme difusión, mientras que otra al final del Cretácico acabaría con ellos, dando a los mamíferos su oportunidad de dominar.

En ciertos aspectos, podría decirse que la misteriosa extinción en masa de hace 65 millones de años no hizo desaparecer a todos los dinosaurios. Sus descendientes, las aves, se encuentran en todos los continentes del mundo. Estos animales, todo un éxito evolutivo, varían en tamaño: desde diminutos colibrís hasta pingüinos, águilas y enormes avestruces.

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