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lunes, 3 de noviembre de 2014

· EL CINE ESPAÑOL ·

LA INDUSTRIA DEL CINE


En España, el cine tuvo una escasa incidencia en las primeras décadas del siglo XX debido a la inexistencia de industria cinematográfica en el país. Tras pasar por una etapa documentalista acorde con las pautas pedagógicas de la República, el cine español entró en el largo paréntesis franquista, cuya censura marcó a los cineastas, que hubieron de ingeniárselas para sortear su férreo control. En las últimas décadas del siglo, después de la transición democrática, el cine español ha entrado en un alentador proceso de recuperación respaldado por la afluencia de público a las salas. 

Los años treinta

Luis Buñuel
Desde 1931 a 1939 el cine español se caracterizó por el cultivo del documental, relacionado con el clima de sensibilización social de aquellos tiempos. Luis Buñuel (1900-1983) realizó en 1932 Las Hurdes o Tierra sin pan, testimonio de la realidad de una de las zonas más deprimidas del país. Por otra parte, merece especial atención el trabajo de José Buchs, director que puso en escena varios temas históricos, Diego Corrientes (1929) y Prim (1930), que se convirtió en una de las más ambiciosas producciones del cine de la época. Benito Perojo, director y productor, logró los mayores éxitos comerciles anteriores a la guerra civil con Boy (1925), El negro que tenía alma blanca (1926) y La verbena de la Paloma (1935).



El cine del franquismo

Imagen de la película Marcelino, pan y vino
La guerra produjo el exilio de intérpretes, técnicos, realizadores y guionistas, a lo que se debe añadir la carencia de material con el que trabajar. Además, cualquier realización estaba sometida al estricto control del nuevo régimen, que daba salida exclusivamente a los filmes que exaltasen su ideología a través de la empresa Cifesa. En 1941 apareció Raza, de José Luis Sáenz de Heredia (1911-1992), basada en un guión firmado por Jaime de Andrade, seudónimo del dictador. Las exaltaciones históricas representadas por Agustina de Aragón (1950) o Locura de amor (1948), de Juan de Orduña (1900-1974), Reina Santa (1946), de Rafael Gil (1913-1986); las de mensaje religioso, como La señora de Fátima (1951) de Rafael Gil, Misión Blanca (1945) de Juan de Orduña, o La mies es mucha (1948) de José Luis Saénz de Heredia y, sobre todo, Marcelino, pan y vino (1954) de Ladislao Vajda (1906-1965), filme de gran popularidad en la época , son ejemplos representativos del cine franquista. Surcos (1951), dirigida por José Antonio Nieves Conde fue el primer intento de acercarse a una estética neorrealista presentando los traumas y conflictos generados por las migraciones del campo a la ciudad. Ana Mariscal (1923-1995), actriz que se hizo famosa por su interpretación en Raza, debutó como realizadora con Segundo López, aventurero urbano (1952).

Bardem-Berlanga

A la izquierda Luis García Berlanga junto a Juan Antonio Bardem, derecha.
Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem (1922-2002) dirigieron conjuntamente Esa pareja feliz (1951), comedia satírica, a la que seguiría Bienvenido Mr. Marshall (1952), realizada por Berlanga. Por su parte, Bardem realizó Cómicos (1953), a la que siguió Felices Pascuas (1954); Muerte de un ciclista (1955) fue premiada en el Festival de Cannes, lo que significó el inicio de cierta proyección europea para el cine español.

El nuevo cine español

Miguel Picazo
En 1961, Buñuel ganó el Festival de Cannes con Viridiana (1961), aunque el filme no pudo ser proyectado en España. Aparecieron El cochecito (1960) y El pisito (1961), realizadas por Marco Ferreri (1928-1997), con guión de Rafael Azcona, crónicas satíricas de la España del subdesarrollo. Bardem realizó Calle Mayor (1956), Sonatas (1959) y Nunca pasa nada (1963), mientras que Berlanga dirigió Calabuch (1956), Los jueves, milagro (1957), Plácido (1962) y El verdugo (1963). Destacó también La tía Tula (1964) de Miguel Picazo, que sintetiza las características del llamado "nuevo cine español".

Carlos Saura
Debido al interés del régimen franquista por ofrecer una imagen distinta en el extranjero, la censura se volvió más permisiva. No obstante, los cineastas tuvieron que recurrir a la parábola para referirse críticamente a la realidad social; las obras de Carlos Saura como La caza (1965) o La prima Angélica (1973) son una buena muestra de ello. Otra película destacada fue Nueve cartas a Berta (1965) de Basilio Martín Patino. En 1973 apareció El espíritu de la colmena, primer largometraje de Victor Erice.

La transición a la democracia

Pedro Almodóvar
Después de la abolición de la censura en 1977 tras la muerte de Franco, se inició una etapa de puesta al día en todas las temáticas, desde lo erótico hasta lo político. Algunos se dedicaron a revisar la historia más reciente, como es el caso de Caudillo (1974-1977), de Basilio Martín Patino, Las largas vacaciones del 36 (1976) o el documental La vieja memoria (1977), ambas de Jaime Camino. Se estrenaron películas de Manuel Gutiérrez Aragón, Sonámbulos (1978) y El corazón del bosque (1979); La escopeta nacional (1978) de Luis G. Berlanga; y Las bicicletas son para el verano (1983) de Jaime Chávarri. Pedro Almodóvar inició su carrera de éxitos con Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón (1980). También destaca la labor de productores, como Elías Querejeta.

El cine de los últimos tiempos

Alejandro Amenábar
En las décadas de 1980 y 1990 aparecieron películas de alta calidad: Volver a empezar (1982, primer Oscar español), de José Luis Garci; El sur (1983), de Víctor Erice; Los santos inocentes (1984), de Mario Camus; Los motivos de Berta (1984), de José Luis Guerín; La noche más hermosa (1984), de Manuel Gutiérrez Aragón; Beltenebros (1991), de Pilar Miró (1940-1997); Belle époque (1993), de Fernando Trueba -que obtuvo el Oscar- y ¡Ay, Carmela! (1990), de Carlos Saura. Resurgieron la comedia, con un estilo desenfadado y espontáneo, y el drama, como Opera prima (1981), de Fernando Trueba; Pedro Almodóvar triunfó con Mujeres al borde de un ataque de nervios (1987), y Todo sobre mi madre (1999) y Hable con ella (2002) fueron merecedoras del Oscar. A finales de 1990 se consolidaron nuevos realizadores, gracias a comedias de éxito y a recreaciones originales como: Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), de Agustín Díaz Yanes; Tesis (1995), de Alejando Amenábar -uno de los directores con mayor proyección internacional gracias a sus películas Los otros (2001) y Mar adentro (2004)-; ¿Hola, estás sola? (1995) y Te doy mis ojos (2004), de Iciar Bollaín; Solas (1999), de Benito Zambrano, Barrio (1998) y Los lunes al sol (2002), de Fernando León de Araona.

Florián Rey

Cartel publicitario de La Dolores, dirigida por Florián Rey y protagonizada por Concha Piquer y Manuel Luna (1940).
Antes de la Segunda República, el cine producido en España tuvo muy poca incidencia debido a la inexistencia de una infraestructura industrial en un país de economía principalmente rural y que estaba sujeto a la censura de la época de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). La excepción es Florián Rey, considerado como el mejor director español de la época muda, autor de La aldea maldita (1929), drama rural que sigue las pautas de la épica coral del cine soviético. Posteriormente realizó dos filmes de corte folclórico en los que participó Imperio Argentina (1906-2003), actriz y cantante que se convirtió en la más popular del cine español de la época, Nobleza baturra (1935) y Morena clara (1936).

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