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sábado, 5 de julio de 2014

· LA MANO NEGRA ·

Mitología Castellana




Como bien dice su nombre, se trata de un ser diabólico sombrío con capacidad de adoptar la forma de una enorme mano negra ectoplásmica. Se trata de un mito muy extendido a lo largo de la geografía peninsular, con ligeras variaciones de su forma. En Segovia, la Mano Negra atacaba a las personas cuando están distraídas, orinando (hombres) o dormidas. Si te toca el hombro, al girar el rostro el ser suele arrancar los ojos del incauto como si sus dedos fueran garras.





En Torre de Juan Abad (Ciudad Real) dice la tradición que la “Mano Negra” era un ente femenino de cabellos largos, vestida de negro y acuático con una fea manaza con uñas negras que habitaba en las oscuras y peligrosas aguas de las charcas y pozos. Se decía de ella que siempre estaba al acecho, siempre atenta y que arrastraba a los niños, que habían conculcado la prohibición de no acercarse al brocal (antepecho que rodea la boca de un pozo para impedir que alguien se caiga en él), a su madriguera líquida.




 En la Solana (Ciudad Real) se decía que se llevaba a los niños díscolos (poco obedientes). En otras localidades se le recordaba como un lustre espantajo antropomorfo: secuestrador nocturno que merodeaba por doquier en busca de gente mala. Parece ser que este espantajo tiene un pariente en otras localidades denominada la “Pata Negra”, su hábitat son las chimeneas. Se la dibuja como una gran pata de lobo negro o de zorro (también negro). En Galicia, era uno de los aspectos que adoptaba un demonio capaz de adoptar su forma física y con esta forma, daba sustos de muerte.





Puede que no hayáis oído jamás esta leyenda pero, en mi caso, era una historieta bastante conocida entre los miembros de mi familia. Seguramente transmitida de manera oral a lo largo del tiempo. Particularmente, me daba bastante miedo; hoy en día sonrío al recordarla por los felices recuerdos que invaden mi mente, donde inocencia e infancia estaban unidas. Quizás también se deba a esas noches que pasaba junto a mi abuela, en las que no faltaban historias de otras épocas y leyendas prodecentes de diferentes regiones de nuestro país.

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