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jueves, 30 de octubre de 2014

· LA LUNA ·

ASTRO DE LA NOCHE


En la Antigüedad fue, después del sol, la mayor de las divinidades celestiales: Selene y Artemisa en Grecia, Diana en Roma y Belisana entre los celtas eran los nombres con que se la adoraba. Tampoco en Egipto, Tiro o Persia faltaron divinidades de naturaleza lunar, como Isis, Astarté o Mylita. 

En el Corán, la luna, junto al sol, aparece como uno de los signos del poder. Y por ser la noche el tiempo más propicio y frecuente para alumbrar seres humanos y animales, la luna estuvo íntimamente relacionada con otras divinidades propias de estas circunstancias, como Ilitia y Lucina.

A la luna se la ha juzgado de manera un tanto ambigua, pues si bien por un lado es el símbolo de la fecundidad, por ser la divinidad que que producía la lluvia y el rocío, por otro, ya desde la Antigüedad, se le atribuía a un lado oscuro. En Mesopotamia, por ejemplo, a Sin, el dios lunar, se le consideraba responsable de enfermedades como la lepra, fiebres, hidropesía,etc., y en Grecia y Roma se la relacionó con las divinidades infernales y los rituales funerarios de Perséfone y Proserpina, respectivamente, por reinar sobre los muertos.

Más adelante, y como herencia del fuerte rechazo con que la juzgaba el cristianismo conforme este se iba imponiendo en suelo europeo, adquirió una fama nefasta: la luna era la diosa de la noche, momento propicio para que las brujas efectuasen sus maleficios y otros actos propios de su oficio y para que seres sobrenaturales se manifestasen.


Se decía que las manchas de la luna, aparte de configurar la imagen de una liebre, representaban también a un hombre cargado con un saco, el denominado "hombre de la luna", que según la tradición habría sufrido un castigo por haber cometido numerosísimas faltas y estaba condenado a morar solo en el satélite de la tierra, lo que servía de recordatorio a los humanos para que mantuviesen un comportamiento ejemplar. En el folclore de numerosas regiones españolas, al igual que en otras muchas del resto de Europa, también pervive la huella de que las manchas de la luna configuran la silueta de un ser fantástico; según otras variantes, en la superficie del astro se puede observar la forma de diferentes animales fantásticos.

El ciclo anual de la luna dio origen a un calendario basado en sus mutaciones que, por tener una duración diferente del solar, dio lugar a un ajuste considerado caótico para la naturaleza y que trasladado a la sociedad generó una larga serie de rituales de inversión y de ruptura que terminaron adquiriendo un carácter religioso-festivo; ya en la era cristiana se estableció que dicho período de desajuste quedara dispuesto como tiempo previo a la Cuaresma, lo que dio lugar a la implantación del carnaval y, por tanto, a la oficialización del caos.

Ya desde antiguo se sostuvo la hipótesis de que la influencia que la luna ejercía sobre los biorritmos humanos se basaba en una relación causa-efecto, y muchos científicos y médicos la defendieron con argumentaciones escrupulosas centradas sobre todo en la consideración de que el cuerpo humano era un microcosmos que contenía, en su debida proporción, todos los elementos que están presentes en el universo. 

(En la actualidad la influencia de la luna sobre el ser humano sigue siendo aceptada, aunque se esgrimen argumentos diferentes.) Por otro lado, es una creencia universalmente admitida que la filosofía de la mujer está en íntima relación con la luna, sobre todo por lo que respecta a la mestruación, que está estrechamente vinculada a las fases del astro hasta el punto de considerarla su consecuencia directa; también está muy extendida la teoría que relaciona la mayor intensidad del deseo sexual del hombre con las fases de la luna llena. En relación con este tipo de hipótesis se admite que la fase de cuarto creciente es indicada para la concepción o el alumbramiento de niños, mientras que la de cuarto menguante es idónea para engendrar o dar a luz niñas.

Es creencia generalmente admitida que las fases de la luna ejercen una influencia directa en el carácter de los recién nacidos, de modo que, por ejemplo, el cuarto menguante es el momento adverso para venir al mundo. Se considera que la luna, además, regula determinadas funciones psíquicas, como la memoria y la imaginación activa, y hasta gobierna las relaciones de simpatía o antipatía; influye en el llanto y en el humor, e incluso determina el descuido en materia de alimentación e higiene.

El resplandor que irradia el astro puede producir ceguera o causar la locura, de manera que se recomienda evitar exponer a los niños a la luz de la luna durante sus primeros meses de vida, ya que de lo contrario podrían quedar alunados (Andalucía, Canarias y Extremadura); en cualquier caso, y para contrarrestar este efecto, siempre es posible exponerlos de espaldas a la luna llena mientras se recitan ciertas oraciones. Es aconsejable adornar la cuna con alguna medalla o amuleto en forma de media luna (en Castilla y Galicia debe ser de azabache).

En fase de luna llena se deben tomar las debidas precauciones para evitar la aparición de ciertas afecciones, como hemorragias o dolores de cabeza intensos; también hay riesgo de caer cegado por su luz fría y llena de sombras (Murcia). En fase de cuarto menguante la sangre del cuerpo disminuye y como consecuencia de ello se pueden generar grandes males, cuya aparición hay que evitar tomando mucha agua o vino.

En toda cartilla rústica, o de "física visible", como figuraba en una de Diego de Torres Villarroel, se registraba siempre el tiempo apropiado de plantación de cada semilla o esqueje de planta o árbol, que debía coincidir con las distintas fases de la luna; en abril, por ejemplo, en fase de luna nueva se debía plantar el tabaco, la mejorana o las borrajas; durante la luna llena, el manzano, el perejil o el hinojo; en luna vieja, la zanahoria, la clavellina o el cardo. Por otro lado las frutas alcanzaban su sazón durante la luna llena.

Para que la carne y los embutidos del cerdo sean mejores, la matanza debe realizarse en luna creciente o mejor aún en la luna llena. Los animales que nacen durante la luna llena o en cuarto creciente serán fuertes y crecerán rápidamente.

En la meteorología popular la luna ha desempeñado un papel crucial, pues ha sido siempre la primera referencia a la hora de emitir un pronóstico: si la luna llena presenta círculos  negros o macilentos es señal de que lloverá; si los círculos son rojos, de que nevará copiosamente; si en su superficie se aprecian muchos círculos rojos, caerá granizo; si se observa una especie de cinta alrededor del astro, habrá viento; si la cara de la luna se muestra limpia, hará buen tiempo, etc. Igualmente la presencia de la luna es importante en numerosas prácticas de medicina popular.

Virgilio nos transmitió un calendario de días fastos y nefastos en relación a la luna estableciendo como punto de partida su plenitud, idea que tuvo una tremenda difusión durante la Edad Media, pues este tipo de obrillas se multiplicaron. Por último debemos registrar la creencia extendida de que en Nochebuena, para tener suerte el año que entra, se deben disparar dos tiros de fusil o escopeta apuntando a la luna.

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