Translate

viernes, 4 de julio de 2014

· TARTESSOS ·

Entre el mito y la historia: Tartessos

Enigma es la palabra que mejor sigue definiendo a Tartessos. Los exquisitos tesoros y las noticias sobre la rápida desaparición de esta civilización dotan a Tartessos de un halo de misterio que continúa produciendo inquietud en historiadores y arqueólogos. Hoy en día todavía es posible encontrar informaciones contradictorias sobre su localización; aunque se tiende a aceptar que tuviese su eje en el valle del Guadalquivir y una extensión de pueblos dependientes que englobaría desde Cartagena a Portugal.

Los griegos fueron los primeros en mencionar a Tartessos como objetivo de sus viajes y de los fenicios a esta ribera mediterránea. Ya en el siglo IV d.C., la Ora Marítima de Rufo Cesto Avieno citaba a Tartessos de forma desconcertante al hablar de Tarsis como una ciudad, un río, una región y un centro mercantil dedicado a la minería. Es posible que Tartessos fuese eso y mucho más. El primer Estado y cultura peninsular del que poseemos abundantes datos históricos tiene mucho de aculturación o recepción de prestamos de otras culturas y de fusión con lo autóctono. Tartessos vendría a ser el resultado de la continuidad del mundo indígena existente en el solar hispano. Primer episodio de la iberización, en Tartessos se funde lo autóctono con lo foráneo, llámese sobre todo fenicio y, en menor medida, heleno.

La riqueza minera fue la causa del esplendor tartésico. Sus habitantes unían a sus habilidades manufactureras, la capacidad de navegar en busca de metales como el estaño y el ámbar. Precoces conocedores de los misterios del Atlántico, los tartésicos los surcaron en sus "caballos", barcos con proa acabada en forma de équido. Con ellos llegaron a África en busca de oro y atún, e incluso fueron capaces de arribar a las misteriosas Casitérides para obtener estaño. La inquietud de Tartessos como pueblo navegante e involucrado en el comercio de metales fue fomentada por el interés fenicio por obtener la preciada plata, el bronce y el oro tartésico. Estas relaciones mercantiles entre Tartessos y Fenicia desembocaron en prestamos culturales y sociales que se aprecian, por ejemplo, la cerámica. La proliferación de cerámica fenicia de tonos grises y su recubrimiento con un barniz rojo acabó por producir imitaciones e incluso la pérdida final de la cerámica indígena. Además, los fenicios integraron a las élites tartésicas en su avanzado sistema comercial: mientras los primeros obtenían los metales que necesitaban o el permiso de paso por ciertas rutas, los tartésicos conseguían protección y fastuosos regalos.




No todos los habitantes de Tartessos se beneficiaron de este tráfico de mercancías. El exotismo y la brillantez de los objetos que acompañan a ciertos enterramientos invitan a pensar que existía una fuerte jerarquización interna, en la que una selecta aristocracia se distinguía por inhumarse en ostentosos túmulos e incorporaba objetos orientalizantes en sus ajuares funerarios. Los tesoros de orfebrería encontrados en las necrópolis -como el de El Carambolo (Camas, Sevilla) que data de 600 a.C.- revelan también que los fenicios proporcionaron a los tartésiscos los instrumentos necesarios para elaborar una exquisita cultura material compuesta de objetos cerámicos, orfebrería, recipientes de bronce, escarabeos o marfiles. Incluso es posible que artífices orientales se desplazaran a Tartessos. La rudeza y el primitivismo de sus casas contrastan con estas otras manifestaciones de su primorosa cultura material. Un contraste que confirma la falta de primor de sus impresionantes fortificaciones. 

Las primeras noticias de Tartessos sitúan a la monarquía como sistema de organización política. Los primeros reyes de Tartessos son personajes de leyenda, que remiten a los elementos europeos y fenicios que están tras la génesis de esta singular cultura. Por un lado, Gerión y Norax, monarcas vinculados con los trabajos que Hércules tuvo que realizar en Occidente, representan los elementos indoeuropeos. Gerión, dueño de los bueyes robados a Hércules, sería el rey de una imperio ganadero que se extendería por las marismas del Guadalquivir y las costas del golfo de Cádiz.




Por otro lado, Gargoris y Habis, representan la aportación oriental; y, como reyes inventores y civilizadores, aportan la apicultura (Gargoris), la agricultura, las leyes escritas, la urbanidad y la división clasista (Habis). Este último reinado coincidiría con las primeras relaciones comerciales con los fenicios, que vinieron a reforzar estas líneas civilizadoras y el poder monárquico.




Los perfiles míticos de estos reinos toman aspecto histórico con el rey Argantonio (630-550 a.C.), generoso protector de fenicios y focenses. Su pacifismo y longevidad cimentaron el esplendor máximo de Tartessos. Los pactos suscritos por Argantonio con diversos pueblos interesados en los metales de Tartessos pudieron perseguir el fomento de la competencia y en última instancia engrandecer las riquezas de su país.

Mientras esto ocurría en la costa, en el interior persistían multitud de regimenes señoriales. Durante el esplendoroso reinado de Argantonio estos reyezuelos o reguli firmarían alianzas con Tartessos y acabarían dependiendo de este reino. La consolidación y pacificación de la monarquía tartessica permitiría la expansión comercial fenicia. Pero tras Argantonio, la organización recaerá en los jefes militares o reyezuelos que dominan territorios de distinta dimensión y también un variable número de ciudades.

Es posible que la derrota griega en Alalia, frente a Cartago (535 a.C.) y el posterior cambio de influencias del Mediterráneo occidental en manos de los cartagineses originase la disgregación de la peculiar monarquía tartésica. Pero lejos de pensar en una invasión cartaginesa, las causas apuntan a las mutaciones en el sistema de intercambio creado por Tiro y destrozado en el siglo VI a.C. por el nuevo imperio babilónico de Nabucodonosor. La ruptura de las relaciones de Tiro con el Occidente mediterráneo produjo un desorden comercial en este mar. Tartessos sería la que encajaría peor el golpe producido por la crisis de los mercados del metal.

Fuente: Historia de España. De Tartessos al siglo XXI. - José Nieto

No hay comentarios:

Publicar un comentario